moviendose
y explicandose no llega a entenderse
la compasión se aleja, para enfrentar
pararse con el pecho abierto y un cuerpo que crece, a veces torcido
siguiendo el ritmo de las raices que abren la tierra
y acogiendo en la piel los surcos de la sabia savia
aun sin cruzar el rio, aborve su humedad, para alzar los brazos y convidar al cielo
un cuerpo que crece para encogerse
y designios de susurros de ensueño